Tras los pasos de Juan Diego López-Arquillo

Retrato de Juan Diego López-Arquillo. Fotografía cedida por el arquitecto.
Nos alegra anunciar que retomamos las entrevistas a algunos de los estudios y arquitectos más vanguardistas del panorama nacional. En esta ocasión es el turno de quien fue nuestro anfitrión en la Picnic Session llevada a cabo por Gerflor en Tenerife. Este mes en nuestro blog nos encontramos tras los pasos de Juan Diego López-Arquillo para que nos cuenten el papel que juegan los pavimentos en sus proyectos
Juan Diego López-Arquillo es Arquitecto por la ETSAG (2003) y Doctor en Arquitectura y Urbanismo por la ETSAM (2013). Fue becario de la Fundación Arquia, y arquitecto asociado en el estudio de Juan Navarro Baldeweg entre 2003 y 2006. Fundador del estudio LA+a arquitectos (desde 2006) -con proyecto y obra residencial, comercial, dotacional y hotelera- para la recuperación contemporánea del patrimonio, en el que se enfoca en su práctica profesional, que incluye ser perito forense, y miembro de TESELA Materiales, innovación y patrimonio. A la par, se desarrolla una carrera docente desde 2009, en el Aula de Imagen urbana de la Universidad de Granada y el CICOP, y en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Europea de Canarias desde 2018, de la que es profesor titular. Es miembro de ICOMOS España, investigador principal del grupo Arquitectura y Desarrollo Turístico Sostenible y presidente de la SEBUCIU. Les preguntamos sobre su concepción del pavimento y sus distintas inspiraciones al incorporarlo en los proyectos.
Le preguntamos a nuestro anfitrión sobre sus inquietudes acerca del pavimento.
Gerflor: En tu proceso de diseño, ¿cuándo aparece el pavimento? ¿cuándo y cómo empezáis a pensar sobre él?
Juan Diego: En mi práctica profesional y mis referencias docentes, no concibo el suelo como un elemento añadido, como mera decoración, sino como una condición estructural y conceptual del proyecto desde sus fases iniciales. Es el plano sobre el que se desarrollan las acciones humanas, el soporte físico que define los vínculos entre el cuerpo y el espacio. En este sentido, el pavimento aparece en el proceso de diseño de manera temprana, vinculado a la geometría del proyecto y a las relaciones de uso, recorrido y percepción sensorial del suelo.
G: ¿Qué relación tiene el pavimento con el proyecto de arquitectura o interiorismo global?
JD: El pavimento es, en muchos casos, el plano de verificación conceptual del proyecto para el uso diario del proyecto una vez se construya. Todo lo que se piensa y proyecta, desde las relaciones programáticas hasta la estructura de los recorridos, se materializa y se contrasta en este plano horizontal. Su elección no es arbitraria: está ligada a una reflexión sobre el tiempo, el uso y la experiencia del espacio.
En proyectos de arquitectura, especialmente en intervenciones en edificios existentes, el pavimento es un dispositivo que permite articular los flujos y transiciones entre diferentes ámbitos, y su tratamiento puede reforzar o diluir los límites espaciales, que es una de mis atenciones en la intervención sobre edificios existentes.
Cuando trabajamos en edificios patrimoniales, especialmente, pues el pavimento es una herramienta para dialogar con el pasado y proyectar hacia el futuro, respetando las preexistencias, pero proponiendo soluciones contemporáneas que actualizan la experiencia del lugar. Los pavimentos continuos siempre son un contraste con los antiguos, que son resultados de sumas de discontinuidades, por eso recurro a ellos.
G: ¿Alguna vez te has planteado si el pavimento puede ser el centro de un proyecto?
JD: El suelo, el forjado de piso, está siempre, desde el primer croquis, como una capa más de la estrategia espacial. No es solo un soporte, es un plano que activa el espacio y lo cualifica: define límites, establece transiciones y condiciona la percepción del habitar. Por eso su materialidad es clave.
El pavimento, es decir, la solución material del suelo, puede convertirse en un eje estructurador del proyecto, especialmente cuando el espacio requiere una lectura estratigráfica o una articulación precisa de los niveles. Por ejemplo, los cambios de cota generan horizontes visuales diversos y definen espacialidades diferenciadas. En estos casos, la materialidad del pavimento debe responder de manera coherente al planteamiento geométrico y a las relaciones espaciales.
G: ¿Piensas que la elección de un material adecuado junto con un buen diseño puede conseguir crear espacios evocadores, inspiradores y originales?
JD: El pavimento no es un simple acabado, es el medio a través del cual el espacio se hace tangible y se experimenta físicamente el suelo, el soporte horizontal. La elección del pavimento determina la calidad táctil y visual del entorno, su resonancia sonora, su capacidad de reflejar o absorber la luz. En mi experiencia, la combinación de un diseño preciso con materiales bien seleccionados puede provocar experiencias sensoriales profundas. El pavimento es la superficie que entra en contacto directo con el cuerpo, el primer punto de anclaje en el espacio. Por tanto, su materialidad debe responder no solo a criterios estéticos, sino también a la funcionalidad, la durabilidad y la memoria del lugar. Sí, la elección del pavimento afecta con mucho al espacio.
G:¿Tienes en mente algún proyecto cuyo pavimento os parezca especialmente interesante? ¿O que quizás aporte algo diferenciador al carácter general del proyecto?
JD: Un ejemplo especialmente significativo es la casa que Ludwig Wittgenstein proyectó para su hermana Hermine en Viena, durante el período de entreguerras. Este proyecto no solo es relevante por su rigor conceptual y su depuración formal, una casa que intentaba ser “la lógica encarnada”, sino porque las soluciones materiales perseguían ser coherentes con el carácter absolutamente reduccionista.
Wittgenstein optó por un pavimento de hormigón pulido in situ que, después de casi un siglo, permanece en estado impecable. Lo interesante es cómo este material unifica los espacios interiores con las terrazas exteriores, estableciendo una continuidad visual y una transición fluida entre el adentro y el afuera. Este gesto subraya la idea de la casa como una máquina de habitar racional, pero también como un espacio de meditación y recogimiento.

Fotografía interior de la casa Wittgenstein. Fotografía de Óscar Tenreiro Degwitz
G: ¿Nos puedes hablar de algún proyecto vuestro cuyo pavimento haya tenido especial relevancia en el proceso de diseño o en la ejecución?
En un proyecto de intervención en un palacio renacentista, con cambio de uso en parte del mismo, el pavimento se convirtió en una pieza clave para articular el diálogo entre lo antiguo y lo nuevo. El pavimento original estaba fragmentado y en mal estado, y en zonas de especial concurrencia se adoptó un linóleo superpuesto, removible y muy contrastado con el original, que marcaba un recorrido expositivo y protegía el original.
El pavimento no solo resolvía la continuidad espacial, sino que también funcionaba como un archivo visual: los diseños incorporaban grafías presentes del propio edificio, creando un vínculo físico y simbólico con su historia. Además, el tratamiento diferenciado del pavimento permitió jerarquizar los espacios y marcar las transiciones entre áreas públicas y privadas.
G: ¿Cuál sería el pavimento ideal que te gustaría incorporar en tus proyectos, sus características, formas y cualidades?
JD: El pavimento ideal es aquel que responde con precisión al concepto de intervención, a la estructura conceptual del proyecto, siendo coherente con lo que se necesita, adaptándose de forma natural. Debería poseer una materialidad honesta, que exprese sus cualidades intrínsecas sin artificio. Me interesa especialmente el uso de materiales continuos, que permiten lecturas espaciales unitarias y favorecen la percepción fluida de los entornos.
Además, valoro los pavimentos que integran tecnologías contemporáneas para mejorar el confort y la sostenibilidad: sistemas de calefacción radiante, soluciones porosas para la gestión del agua o acabados que dialogan con la luz natural de manera dinámica. Y, por supuesto, el pavimento ideal debe resistir el paso del tiempo, tanto en términos de durabilidad física como de vigencia estética, y contribuir a una arquitectura que, más allá de su función, sea capaz de evocar y emocionar.

Reestructuración de dos casas sobre recorrido urbano. Proyecto de Juan Diego López-Arquillo.